Eramos bebes jugando a ser adultos. No comprendíamos lo que nos pasaba y no nos culpo. Pero el jueguito nos costó caro. Nos costó detener lo que pudo haber sido una gran amistad. Nos costó abandonar los pocos pensamientos que pudieran remanecer de nosotros. Nos costó dejar nuestra vida en el pasado.
Y fíjate que ahora es que me vengo a dar cuenta de nuestra niñada. Par de años después lo más que puedo hacer es reírme al pensar en cómo manejamos la situación. Entre risas te digo que no lo cambiaría por nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario