jueves, 1 de julio de 2010

El libro: ante ti desnudo estoy


En una ocasión, me preguntaste por qué me gustaba tanto la lectura. Hasta aquel momento no había considerado la posibilidad de que tal vez, o muy probablemente, muchas personas encuentren los libros aburridos y sin sentido.  Me paré un momento a pensar en una respuesta conveniente para tu pregunta.

Querido amigo, tienes que comprender  la magia de los libros. Ciertamente, cada libro cuenta una historia, una vida, una enseñanza. Un libro es un tesoro en nuestras manos. No hay sentido figurado en esta expresión, sin lugar a dudas los libros nos donan algo que vale más que el dinero: el conocimiento. Si tomamos un libro y lo asumimos como persona, diríamos que es un gran maestro, que nos regala humildemente todo lo que tiene.

Tal como las personas, los libros son diferentes y únicos. Estos están llenos de secretos que vamos descubriendo según leemos sus frágiles páginas. Hay libros que guardan las memorias de pueblos extintos, de sueños olvidados y de amores quebrantados. Otros guardan el resultado de la imaginación, la consecuencia de toda una vida de estudio, o la verdad que Dios nos revela.

¿Ahora comprendes por qué siempre tengo un libro en mi mano? Es un regalo que no puedo rechazar, una tentación que no puedo evitar. Las estaciones van y vienen, las personas van y vienen, los amores van y vienen, pero los libros siempre  permanecen. Aun si alguien intentara deshacerse de ellos, sus palabras quedan grabadas en lo más profundo de nuestra memoria, porque es su grandeza que los hace indelebles en la historia.

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