Una mañana despertaré con el mundo sobre mis hombros. Estaré sola o brevemente acompañada de efímeras siluetas.
Una mañana sin palabras que la describan, que la contengan. Poco hablaré con ella. El cielo no estará nublado ni soleado, tal vez ligeramente coloreado.
Una mañana vendrá, quizá de tarde o de noche. Tácita, me encerrará entre sus brazos y me hablará de extrañas aventuras. Así vendrá ella, desprovista de invitación, en una mañana cualquiera.
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