jueves, 12 de julio de 2012

Dealing with the graduates


Existen días que son más que días, en que las horas se multiplican y parecen interminables. Son estos los días que quisiera permanecieran por siempre. Son estos los momentos que guardo con extrema alegría en mi memoria. Si me preguntas cómo me siento, te diría que desconectada de la realidad, extremadamente bendecida por Dios.

Tuve que tomar decisiones importantes en mi vida, decisiones que me han guiado hasta donde me encuentro hoy. Lo que vivimos y lo que sentimos no son puras coincidencias del destino. Dios tiene grandes planes preparados para mí y para los que hoy se gradúan conmigo.

No olvidaré las palabras motivadoras que tantos labios pronunciaron hoy. Todas ellas constituyen una hermosa sinfonía para mis oídos. Me recuerdan que la vida vale la pena vivirla, que vale la pena esforzarse, amar y rodearse de estrellas (amigos).

Quisiera poder poner en palabras lo que experimenté hoy, pero no puedo. Me sentí amada y correspondida. Esas palabras de aquella desconocida me hicieron comprender mejor: lo que sentí sólo pudo venir de lo alto.

Los logros individuales no constituyen lo que son sin la compañía de las personas que te quieren y aprecian. Por eso digo que mis logros son tus logros, nuestros logros como colectivo. Una estrella solitaria no es más que un punto luminoso en el cielo sin gracia. Lo verdaderamente hermoso es cuando cientos de estrellas se unen en un mismo firmamento.

Ahora la vida continúa, el sendero no acaba aquí. Una vez alcanzada la cima del Pico Duarte, ¡A escalar el Everest se ha dicho!

No hay comentarios:

Publicar un comentario