Preferí sentir a ignorar el latir que se hace notar cada vez que te aproximas. Decidí darme la oportunidad de pensar en ti cuando mi mente libre es de llenarse con otras ideas.
Como antes había pasado, no sé nada del qué decir, del qué hacer, del qué creer para vivir, solo vivo. Y cada día que pasa me descubro, te descubro y me descubro en ti.
Mas cuando me convenzo de que puedo llegar a una parte más profunda de ti, me quedo en la orilla, en el charco de las fútiles conversaciones cotidianas. Y reflexiono... ¿será que es solo eso? Un charco nada profundo, un pozo sin agua. Y es que los charcos no tienen sentido de ser, no son fuentes de vida, son efímeros y se secan con el primer rayo de sol.
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