Siento que necesito escribir, lo he estado sintiendo por un tiempo. Pero me cierro, e ignoro este sentir. Me abstengo de liberarme de esta carga de palabras... y es que se me ha olvidado cómo escribir y, peor aún, olvidé qué escribir.
Con mi falta de iniciativa, me he convertido en un motor oxidado que olvidó cómo arrancar. ¿ Y ahora qué? ¿Qué hago con este espacio y este tiempo?
Lo peor: mi falta de vergüenza. Olvide mi compromiso conmigo misma, con los otros, con el vacío que me lee y me comprende, y con el no tan vacío (otras personas) que lee y tal vez comprende... Olvidé mi promesa de escribir sin importar qué o a quién.
Todo se vuelve complicado cuando me alejo de este arte que me hace ser yo. Pues verás, cuando me privo de la delicia de escribir es como si todo lo que debieran contener mis palabras se acumulara en algún rincón cerca de mi subconsciente para perturbarme en las noches y en mis sueños. En aquellas escenas nocturnas pienso " Debí haberlo escrito".